Crítica de Conciertos: XLVIII Festival de Música de Granada                                                                         2 de julio 1999

Calor, grillos y Chopin en miniatura

Francisco Ruiz Montes

Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Viernes 2 de julio, Patio de los Mármoles del Hospital Real.

Solistas de la Orquesta Ciudad de Granada: James Dahlgren, Anatoli Romanov, violines. Paul Cortese,viola; Jean Halsdorf, violoncello; Frano Kakarigi, contrabajo. Ilan Rogoff, piano. CHOPIN: Conciertos para piano nos 1 y 2 (versión para piano y quinteto) 

En primer lugar quiero pedir a los lectores que me disculpen por no poder ofrecerles la crítica del concierto del día 1 de julio en Carlos V, con la Orquesta Nacional de España y la Sinfonía de los Mil de G. Mahler. Desgraciadamente y por motivos laborales aquella noche me encontraba en Sevilla, pero puedo decir, fiándome del buen criterio de mis colegas de Granada, que fue otro gran evento en este Festival 1999 (con algún que otro altibajo en ciertos momentos, pero impresionante al fin y al cabo).

No obstante, la noche del día 2 también nos deparaba una hermosa sorpresa. En el Patio de los Mármoles del Hospital Real, con mucho calor y un incesante canto de grillos procedente de los jardines cercanos, pudimos admirar el arte de seis músicos que encontraron en los prolongados aplausos del público la recompensa a un trabajo bien hecho. Me refiero al pianista Ilan Rogoff y a los cinco solistas de la Orquesta Ciudad de Granada que le acompañaron.

El programa era otra de esas curiosidades de este Festival Internacional de Música y Danza de Granada: la reducción para piano y quinteto de los dos conciertos de F. Chopin. No éramos pocos los que nos preguntábamos cómo sonaría el "invento", pero a decir verdad el resultado fue realmente formidable.

El éxito del concierto estaba, como decía, en el intenso y concienzudo trabajo camerístico de los intérpretes: la maravillosa interpretación de Rogoff, y la perfecta coordinación — tanto técnica como expresiva — de los instrumentistas de cuerda entre sí y con el pianista. Miradas que se cruzaban, respiraciones que se hacían comunes... No cabía duda de que lo que estábamos escuchando era el satisfactorio resultado de un trabajo bien hecho.

Rogoff estuvo siempre muy suelto, seguro y muy dueño de la situación, aunque compartía humildemente su liderazgo con el resto de los intérpretes. A pesar de tratarse de un simple quinteto, el sonido y el color que obtuvieron los solistas de la Orquesta Ciudad de Granada era claro compacto, aunque evidentemente a veces quedara algo tapado por el piano, como en los momentos culminantes de ambos conciertos. He de destacar en este sentido detalles como el buen empaste de color entre el cello y el contrabajo (Jean Halsdorf y Frano Kakarigi), la claridad de la viola en los momentos más oportunos, o el sonido brillante y seguro de los dos violines. Con todo ello consiguieron dar un tratamiento muy digno a la parte acompañante, que como todo el mundo sabe, es de menor elaboración que la de piano solista en estos conciertos de Chopin.

Tras la fantástica interpretación de ambos conciertos, y a petición de la gran ovación del público allí presente, Ilan Rogoff nos regaló otro recuerdo de Chopin, uno de sus Preludios, con cuya ejecución pudimos constatar que de las veces que hemos escuchado a Rogoff en Granada, ésta ha sido la mejor, a pesar del calor.